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Piramides de Tucume, Lambayeque


Aunque poco divulgado, uno de los enigmas que ha ocupado a muchos científicos en el último tiempo son las llamadas Pirámides Peruanas. Son formaciones que, en apariencia, pueden haber sido creadas por causas naturales, pero las investigaciones apuntan a que por su ubicación y formas, se trata de obras humanas. ¿Su función? Ese es el misterio que aún se intenta revelar.

Pirámides de Túcume

Las pirámides de Túcume son notables por su extraordinario tamaño: según estimaciones, más de 130 millones de ladrillos de adobe secados al sol fueron necesarios para construir la más grande de 450 m de largo, 100 de ancho y 40 de altura.

A diferencia de las de Egipto, las pirámides de América del Sur y Central no poseían puntas, pero sí grandes plataformas donde se situaban los templos.

Según mitos y leyendas, cada peldaño representaba una fase de desarrollo en la vida humana, la cual tenía que ser disfrutada plena e integralmente. La subida era penosa y al llegar a la cima, se lograba un espíritu elevado y la ceremonia en aquel tiempo era un acontecimiento festivo en la vida de aquellos seres humanos.

La cultura Moche se desarrollo principalmente en la costa Norte del Perú en los departamentos de Lambayeque y La libertad, Aunque sus manifestaciones llegan hasta los departamentos de Piura por el Norte y Ancash por el Sur. Se trata de una cultura básicamente costera, que se asienta en una región única en el Perú donde la costa es bastante mas ancha que en el resto del litoral peruano, donde los valles suelen ser bastante angostos y de poco potencial agrícola.

Al ser esta costa de mayor tamaño permite la formación de valles sumamente productivos por la cantidad de agua y facilitando la aparición de manifestaciones culturales de gran envergadura como las Moche.

"Cuando vine cruzando el bosque de algarrobos aislados de cultura, pensé que estaba soñando. Nunca había visto algo así antes... el más grande complejo de estructuras monumentales de adobe en el nuevo mundo: 26 grandes pirámides y muchas otras menores agrupadas dentro de un sitio sagrado de 500 acres. Me sentí literalmente de otro planeta, no había nada como estas extrañas y colosales ruinas en nuestra propia y familiar tierra".

Así describió Túcume el aventurero noruego Thor Heyerdahl (quien en 1947 logró llegar en una balsa, el famoso Kon Tiki, desde el puerto del Callao hasta las islas de la polinesia), en 1987 cuando el arqueólogo Walter Alva lo llevó al sitio.

Túcume se encuentra en la llanura costeña del norte del Perú, privada de lluvias por la elevada cordillera de los Andes salvo los años de Niño donde la abundancia y la brutalidad de las precipitaciones pueden destruir un pueblo entero como fue el caso del actual Túcume Viejo, abandonado por sus habitantes en el siglo XVI a consecuencia de un destructor fenómeno de "El Niño".

Túcume se inició durante el período clásico de la cultura Sicán, convirtiéndose en el más importante centro urbano de la región. Por ello, los conquistadores Chimu e Inca lo escogieron como centro de su poder político administrativo.

Las pirámides de Túcume son notables por su extraordinario tamaño: según estimaciones, más de 130 millones de ladrillos de adobe secados al sol fueron necesarios para construir la más grande de 450 m de largo, 100 de ancho y 40 de altura. A diferencia de las de Egipto, las pirámides de América del Sur y Central no poseían puntas, pero sí grandes plataformas donde se situaban los templos.

Según mitos y leyendas, cada peldaño representaba una fase de desarrollo en la vida humana, la cual tenía que ser disfrutada plena e integralmente. La subida era penosa y al llegar a la cima, se lograba un espíritu elevado y la ceremonia en aquel tiempo era un acontecimiento festivo en la vida de aquellos seres humanos.

Al igual que los demás conjuntos monumentales chimus o mochicas y junto con Batan Grande, Túcume fue relacionado por los arqueólogos con los grandes sistemas hidráulicos y los centros de poder político y religioso de la región.

Un conjunto de mitos siguen asociados al sitio (como la leyenda que evoca la existencia de una raya atrapada en el cerro al centro del conjunto, huella de los dioses del pasado y que hacen de éste un cerro encantado) lo que dificultó mucho las labores de investigación arqueológica, demostrando que las creencias forjadas en el período precolombino siguen profundamente enraizadas a siglos de desaparecidas las condiciones socio-económica de su construcción.

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